Tabú es una palabra polinésica que significa "sagrado", "prohibido". Se aplica a las personas y a las cosas prohibidas por los jefes. Lingüísticamente, se refleja en la prohibición de pronunciar una palabra que designa a un ser maligno, un fenómeno natural, una enfermedad, etc. En toda comunidad, por diversas razones, siempre hay nociones que sus miembros evitan nombrar, no es exclusiva de la sociedad tan hipócrita como la que nos toca vivir dónde ver el cuerpo de alguien desnudo es objeto de debate pero ver gente morir es de lo más normal... En la mayoría de los casos, se dejará de utilizar la palabra objeto del tabú y un sustantivo vendrá a ocupar su lugar. Este sustituto es el eufemismo (< style="font-style: italic;">eu "bien" + phémé "hablar"), palabra inofensiva utilizada en lugar de la de mal augurio. El tabú puede ser de varios tipos:
Tabú de superstición:
El irlandés tiene una docena de nombres para el oso y otras tantas para el salmón, porque son dos animales que la imaginación popular ha convertido en tabú, ya que se consideraban que los animales que se cazan o pescan están investidos de poderes mágicos. Entre los masai, al este de África, la población masculina se divide por edad en dos clases, y cada una de éstas tiene sus prescripciones estrictas que prohíben el uso de determinados elementos y, por lo tanto, de determinadas palabras. Los de mayor edad no pueden tocar la cola o la cabeza de un animal muerto y para designar la cola o la cabeza emplean términos especiales. Al revés, los más jóvenes no pueden nunca comer calabaza y es una falta muy grave que uno de los dos tenga el descuido de nombrar delante del otro una de las acciones prohibidas a este último. Estas prescripciones son consecuencia de consideraciones religiosas. Los dos grupos son tratados como las dos mitades de una unidad mística que sería el conjunto de individuos varones de la tribu. Señalan la oposición de estas dos mitades por medio de prácticas distintas, lo que introduce, fatalmente, diferencias en el vocabulario. La oposición de dos mundos, uno real y otro místico, o uno bueno y otro malo, constituye el fundamento de un gran número de religiones. Este dualismo crea a menudo, en el lenguaje, una segmentación. En el Avesta (colección de textos sagrados de la antigua Persia, pertenecientes a la religión zoroastriana y redactadas en avéstico), existen, para una veintena de palabras, dos vocabularios diferentes según se trate de Ormuz, principio del bien, o de Arimán, principio del mal.
El latín mustella "comadreja" ha recibido muchas denominaciones que remontan al concepto de "hermoso": en Córcega, bellula, en Verona beladónola, en español, Santander, vilidilla (< style="font-style: italic;">bellido "hermoso"). En español, francés de Sur y dialectos alemanes del Este, la comadreja es una "comadre"; para los griegos y árabes una "joven novia"; para los portugueses una "nuera"; siempre es objeto de aduladoras designaciones. Ello se explica por la antigua superstición según la cual la comadreja está provista de fuerzas misteriosas. La comadreja -según una leyenda- fue un hombre en otro tiempo; entonces usaba encantamientos y envenenamientos y practicaba desenfrenadamente los amores ilícitos. La cólera de la diosa Hécate lo transformó en este animal. Por ello el pueblo, temiendo su carácter demoníaco, trata de granjearse su favor con nombres cariñosos.
La palabra bonanza "tiempo tranquilo en el mar" se debe a la superstición de los marinero: la palabra griega malakía "blandura", "flojedad" fue tomada en préstamo por los romanos bajo la forma de malacia. Como el comienzo de la palabra mal- hacía pensar en malus, los marineros temiendo encolerizar a este "ser" o bien al ser causante de la calma marina, que era catastrófica para los barcos de vela, sustituyeron mal- por bon- (<bonus "bueno"). Este cambio alcanzó al catalán bonansa, al francés bonance, y al portugués bonança.
En el mundo del teatro da mala suerte desear suerte y por eso se dice "mucha mierda" expresión que se remonta a los tiempos en que los carros de caballo era el medio de transporte habitual y cuanto mayor era el público que asistiera, mayor era el cúmulo de excrementos a la entrada del teatro.
Tabú de delicadeza: originado por la tendencia general a eludir la referencia directa a los asuntos desagradables, como las que se refieren a la muerte, a las dolencias y enfermedades, a los crímenes, a los defectos, etc. Por ejemplo, desapareció, se fue, cerró los ojos, con el valor de "se murió", el más allá, la otra vida, etc., no andar bien de la cabeza por "estar loco", liquidar por "asesinar", estar en estado interesante, estar en estado, estar en cinta, estar embarazada, por "estar preñada". Imbecil conservó hasta el XVIII su significado latino de "débil". A partir de esta época, tomó el valor actual de "alelado", "de flaca inteligencia", seguramente por influencia del francés. Aplicada al principio como eufemismo de los pobres de espíritu acabó por perpetuarse en esta significación perdiendo su valor originario.
Tabú de decencia:
causado por la costumbre de proscribir de la conversación todo lo que se refiere a las funciones sexuales y fisiológicas, a los órganos sexuales, etc.
Amante, en el siglo XVII aún no implicaba ninguna relación ilícita. Después se empezó a usar como atenuante y no tardó en adquirir el significado que había querido ocultar. De ahí la cantidad de palabras que surgen: amante, amiga, querida, entretenida, favorita, etc.
Tenemos también el burdo ejemplo de Leonardo Dantés y su "tiene nombres mil el miembro viril"... ejem... sin comentarios...
Ejemplos numerosos encontramos también en asuntos escatológicos.
En fin... que finos somos todos cuando queremos... y cuánto daño a hecho la Iglesia y sus tabúes...
Muy interesante esto de la filología
ResponderEliminarPor todo lo que he leido seria lo que ahora llamariamos "Politicamente correcto" o más coloquialmente "Cogersela con papel de fumar"...
ResponderEliminarNo son otra cosa que prejuicios. Pero claro, la iglesia (aunque la respeto) me da rabia de como ha vendido la moto a lo largo de los siglos. En este articulo en base a los tabús, en otros temas en cuestión de brujas, herejes,... El caso es dictar unas normas para que las ovejas no se salgan del rebaño (notese cierta y fina ironia)...